Hoy quiero escribirte desde los recovecos de mi alma rara. Estoy sola en la playa, las olas charlan sin cesar, pero no alcanzo a entenderlas, voy a contarte lo que me sucedió hace un instante. Lo cuento como fue, no espero que me creas, puedes dudar de mis palabras, esa es tu libertad, la mía es darlo a conocer.
Surgió de las aguas, vino hacia mi con la mano tendida. Refulgía, no llevaba ropajes, traslucía, tardé unos segundos en reconocerla, era la BELLEZA, LA SABIDURÍA, LA LUZ, LA CALMA... LA ESPERANZA. No sirena, no estrella marina, a su estela las medusas se enredaban en los caballos de mar, las caracolas danzaban entre las olas para recoger el canto de las sirenas, apresado para siempre en su laberinto, como una melodía inacabada; los corales y las algas peinaban sus cabellos en el lomo brillante de las rayas. Bullía en mi cabeza arrebato de luces y colores: ¡Apoteósis del mar! Luz encendida en pleno día, azul marino que cerró mi mirada para retenerlo en la retina; no hay mejor retrato que el de la cámara del alma, lo que ella imprime es para siempre.
No soñaba, no imaginaba, fue un instante de eternidad, apresado por la fuerza de un deseo. Lo tengo, sigue en mi, nunca se irá, es la confirmación de que si fui capaz de contemplar lo que nadie en esos momentos contemplaba, nada se me puede resistir. Lo que quiera alcanzaré con sólo desearlo. Ese es mi poder, esa es mi fuerza. Está en mi, nunca más temblaré, nunca volveré a decir no puedo...
Surgió de las aguas, vino hacia mi con la mano tendida. Refulgía, no llevaba ropajes, traslucía, tardé unos segundos en reconocerla, era la BELLEZA, LA SABIDURÍA, LA LUZ, LA CALMA... LA ESPERANZA. No sirena, no estrella marina, a su estela las medusas se enredaban en los caballos de mar, las caracolas danzaban entre las olas para recoger el canto de las sirenas, apresado para siempre en su laberinto, como una melodía inacabada; los corales y las algas peinaban sus cabellos en el lomo brillante de las rayas. Bullía en mi cabeza arrebato de luces y colores: ¡Apoteósis del mar! Luz encendida en pleno día, azul marino que cerró mi mirada para retenerlo en la retina; no hay mejor retrato que el de la cámara del alma, lo que ella imprime es para siempre.
No soñaba, no imaginaba, fue un instante de eternidad, apresado por la fuerza de un deseo. Lo tengo, sigue en mi, nunca se irá, es la confirmación de que si fui capaz de contemplar lo que nadie en esos momentos contemplaba, nada se me puede resistir. Lo que quiera alcanzaré con sólo desearlo. Ese es mi poder, esa es mi fuerza. Está en mi, nunca más temblaré, nunca volveré a decir no puedo...
ELLA VINO A MI PARA ESO.