viernes, 20 de mayo de 2011

RAZÓN DE UN PATRONAZGO




Yo, que soy una curiosa y me gusta ir al por qué de las cosas, muchas veces me pregunto las razones por las que a algunos santos se les ha nombrado patrones de ciertas actividades u organismos.
Hoy me ha tocado pensar en Santa Teresa del Niño Jesús, a la que se acostumbraba a llamar santa Teresita, supongo que no por pequeñez, no hay santo pequeño, sino por su juventud y para distinguirla de la Santa de Avila.

Sin embargo, la razón de que  a esta santa la Iglesia haya nombrado patrona de las Misiones,  salta a la vista. Sin moverse de su convento y desde el reposo de su enfermedad se dice que salvó más almas que muchos misioneros.
Dejo unas palabras suyas que corraboran su vocación evangelizadora:

"A pesar de mi pequeñez, quisiera iluminar las almas como lo han hecho los profetas,  los doctores, tengo la vocación de ser apóstol. Quisiera recorrer la tierra, predicar tu nombre y plantar sobre la tierra de los infieles tu cruz gloriosa, pero, oh amado mío, una sola misión no me bastaría, quisiera al mismo tiempo anunciar el Evangelio en la cinco partes del mundo y hasta las islas más alejadas. Quisiera ser misionera no sólamente  por algunos años, sino que quisiera haberlo sido desde la creación del mundo y serlo hasta la consumación de los siglos.

¡Oh, jesús mío, ¿qué vas a responder  a todos mis delirios? ¿Acaso hay un alma más pequeña, más débil que la mía?  Y, sin embargo, a causa de mi misma pequeñez tú has querido, Señor, colmar mis pequeños deseos infantiles y quieres hoy colmar mis otros deseos más grandes que el Universo. he comprendido que el amor encierra en sí todas las vocaciones, que el amor lo es todo, que comprende todos los tiempos y lugares, que es eterno.
Por fin he comprendido mi vocación.
Mi vocación es el amor."
SAnta Teresa del Niño Jesús

No queda más remedio que preguntarse:  ¿cómo habría aprovechado esta santa, que la Voluntad de Dios fue que no se moviera de su lecho, Patrona de las Misiones, la oportunidad misionera que nos brinda Interned?


sábado, 7 de mayo de 2011

ANÉCDOTA DE JUAN PABLO II



Seguramente ya conocéis esta anécdota de Juan Pablo II, pero a mi me ha emocionado mucho


EL MENDIGO QUE CONFESÓ A JUAN PABLO II

Un sacerdote de la diócesis de Nueva York cuando se encontraba en una parroquia de Roma, se encontró con un mendigo y después de observarlo se dió cuenta de que le conocía. Era un compañero del seminario, ordenado de sacerdote el mismo día que él. Ahora mendigaba por las calles. Al reconocerle, él mendigo, le contó cómo había perdido su fe y su vocación.  

Al día siguiente, el sacerdote, asistió a la Misa privada del Papa. Todos los asistentes, al final de la Misa se acercan a saludar al Santo Padre y, en un impulso, el sacerdote, se arrodilla ante Él y le suplica que rece por su antiguo compañero de seminario, contándole brevemente su triste situación.

Un día más tarde recibe la invitación del Papa para cenar con él, rogándole que fuera acompañado del mendigo de la parroquia. Logró convencerle y le llevó al lugar donde se hospedaba para prestarle un traje y conseguir que se aseara. Así cenó con el Pontífice... Al terminar, rogó al sacerdote que les dejara solos. En ese momento Juan Pablo II pide al mendigo que le escuche en confesión. El hombre, tremendamente impresionado, le dice que ya no es sacerdote, pero el Papa le contesta:   

"Una vez sacerdote, sacerdote siempre"
"Pero estoy fuera de mis facultades de presbítero," respondió el mendigo.
Contesta el papa:
"Yo soy el obispo de Roma y me puedo encargar de eso"

El hombre escuchó emocionado la confesión del Santo Padre y llorando  pidió  al Vicario de Cristo que escuchara su propia confesión. Después de confiarle toda la podredumbre de su vida pasada y de ser perdonados sus pecados, arrepentido lloró amargamente.
El Papa.le pregunta en qué parroquia había estado mendigando y le designa asistente del Párroco de la misma y encargado de los mendigos.

Esta anécdota es una de las muchas muestras de la santidad y sabiduria del nuevo beato
Juan Pablo II.