domingo, 16 de marzo de 2014

CRUZANDO EL PARAÍSO

 
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Mucho dolor, Capitán, desde que te fuiste, dolor que no he podido compartir contigo como tantas veces hice cuando vivías entre blogs. Ahora si me escuchas, en este noveno aniversario de tu muerte ¿Por qué darle otro nombre? tengo que hacerte un ruego para mi muy importante, mi sobrina -nieta, Goretti está muy grave, tu ya sabes quien es porque hablamos algunas veces de este matrimonio, de su marido Moisés, militar siempre en combate en misiones de paz donde también se pierden vidas...
 
Ahora tienen dos hijos, Julito de año y medio y Valeria de un mes. Qué tragedia la que están viviendo con la madre en estado crítico. Por eso mi recuerdo de este aniversario sólo puede ser el ruego de que te acerques a nuestra Madre, Mami como en los momentos más duros te gustaba llamarla, a la que tanto amabas en la tierra y con la que tanto disfrutarás ahora; acércate y pídela, ruégala con fuerza por Goretti. No me importa, querido Arcendo. confesarte que vivo angustiada con este mal de mi sobrina. Ya perdimos a la hija de mi hermana, Elisa, después de un año de sufrimiento, pero Goretti tiene que salvarse, sus hijos, su marido la necesitan mucho, muchísimo.
 
Como tú hacías siempre desde tu blog La Hoja del Arce, he pedido oraciones a todos desde el mío de De Dentro, pero ¿Sabes? ya son pocos los que entran en él desde que tú nos dejaste, sólo dos o tres fieles y constantes. Capitán, es que tú atraías a muchos, contagiabas y nos impulsabas a relacionarnos unos con otros.
 

Como siempre confío en ti, en que vas a pasar mi petición a María, Madre de Dios y Madre nuestra.
 
Y ahora, querido Capitán, el que siempre sigue en mi cabeza y en mi corazón, al que extraño más cada día, del que todo me trae recuerdos, quiero decirte que en mi interior siguen sonando todas esas músicas tan especiales que siempre elegías para todos nosotros y hoy fue "Loquillo" quien, al escucharle en el coche, me arrancó lágrimas del alma con esta canción que, como "Hermanos de Sangre," tanto te gustaba.
 
No sé si en esa VIDA PLENA Y ETERNA, te seguirá gustando la misma música o sólo sonatas celestiales sonarán en tus oídos, pero yo te la dejo  y la escucho como tantas otras que tú nos regalaste, con esa sensibilidad tan especial que tu alma desprendía y nos transmitías a todos.
 
 
 
 

sábado, 1 de marzo de 2014

DIOS, DIOS, DIOS.

 
 

 
 
 
Mira Arcendo, hoy no te vengo con monsergas lacrimosas, hoy me he llevado una gran alegría al descubrir en Facebook, por medio de D. Joan Carreras, este poema de Juan Ramón Jiménez que me ha hecho temblar. Temblar al ver de manera tan clara y cercana la Misericordia de Dios con nosotros, sus débiles e insignificantes criaturas, por cierto que no sé si sería mejor decir creaturas porque Él nos ha creado.
 
 Ya sé que en estos momentos sonríes porque para ti esa Misericordia divina ha dejado de ser un misterio, ya disfrutas de ella en plenitud, pero para nosotros, los terrenos, aunque creamos firmemente en todo lo que a Dios se refiere, ese todo sigue velado hasta el día en que Él quiera romper nuestras cadenas.
 
Mi emoción de hoy se debe a la belleza de este poema, que según parece fue el último que escribió el poeta malagueño y donde plasma de manera real y sincera esa cercanía de Dios que debió sentir al final de su vida.
 
No quiero que pienses que estoy chalada, es que me gustaría tanto seguir compartiendo contigo como hasta hace poco compartíamos las cosas bonitas que encontrábamos.
 
Bueno yo dejo aquí este hermoso poema que bien merece la pena darlo a conocer, a mi me estremece ese Dios con mayúscula al que reza Juan Ramón. ¿Qué es este  poema si no oración?   






Partimos de Dios
en busca de Dios,
sin saber qué buscamos.

El dios con minúscula,
el dios bajo cielo,
el cielo que es mar,
sobre aire que es cielo,
¡entre aire y marcielo,
y que es pleamar, y que es pleacielo!

El dios deseante,
el dios deseado,
-¡el dios deseado y deseante!-
me trae este Dios,
un dios Dios tan DIOS
¡un dios: DIOS, DIOS, DIOS!
… que al cabo de todos los cabos,
que al borde de todos los bordes
un día encontramos.
Cada vez más suelto, y más desasido;
cada vez más libre, más ¡y más! ¡y más!
a una libertad de puertas de Dios.
Y entonces una puerta se abre… y ¡más libertad!

Estoy pasando la cuerda,
la cuerda que Tú me has tendido,
Dios mío, mi dios, ¡Dios mío!
¡Dios mío, no soples, Dios!

Siento la inminencia del dios Dios,
del Dios con mayúscula,
-el que nos enseñaron cuando niños
y no aprendimos-.
¡Dios se me cierne en apretura de aire!

Se me está viniendo Dios
en inminencia de alma!
¡Se me está acercando Dios
en inminencia de amor!
¡Se me está llegando Dios
en inminencia de Dios!

(JRJ)" Juan Ramón Jiménez
A- Dios, Capitán,  por hoy