lunes, 9 de junio de 2014

MIS RABIETAS



 
Entramos en junio y me resisto a aceptarlo, no quiero, no quiero que se cumpla un año sin tu presencia bloguera. ¿Qué puedo hacer? Para colmo estoy en San Juan, reviviendo aquellos días de angustia que acabaron con tu vida, aquella incertidumbre de esperar que tu fortaleza con nuestras oraciones venciera a la muerte. Pero tú ya lo sabías mucho antes, aunque no querías entristecernos diciendo que partías a la Casa del Padre.
 
Lo sabías cuando en Mayo me escribiste aquel correo diciendo lo mucho que estabas pasando, pero que tenías la certeza de que aquello iba a pasar tarde o temprano: "Si no aquí será allá." Algo que nunca quise aceptar, pero que irremediablemente sucedió porque era  designio de Dios que terminase ya tu sufrimiento,  ya te había preparado la morada junto a Él.
 
Precisamente el 16 de junio del pasado año emprendimos el regreso a Madrid, te pedí el Avemaría de siempre para nuestro viaje en coche, sin saber que tú estabas  ya realizando el último viaje de tu vida.
 
Nadie sabía nada de tu estado, creo que todos nos enteramos el día 21 de que Arcendo ya no estaba con nosotros. Lo tengo bien grabado en mi cabeza y en mi corazón. Esa tarde llegó mi nieta Paula del parque y me trajo una Hoja de Arce, de los muchos que tenemos en ese recinto dedicado a Eva Perón, esta hoja 
que ya he dejado para siempre en mi perfil. A los pocos minutos recibí una llamada de Ángel que por fin pudo conectar con Guadalupe, tu mujer, y le dio la triste noticia. No podía creerlo, querido hermano, pero era verdad y aquella hoja de mi nieta empecé a verla como el último recuerdo que me enviabas.
 
Vaya donde vaya todo me trae tu recuerdo, aunque nunca nos vimos en ninguna parte, pero como todo te lo contaba, estabas conmigo en Alicante, en el campo y hasta en Brighton cuando fui a ver a mis hijos. Especialmente estos días tan cercanos al aniversario de tu muerte, has estado cerca de mi, en los largos de la piscina, en los paseos por la playa y hasta en esas noches de Luna como la que publiqué en este blog, en el que me dejaste uno de tus primeros comentarios tan bonito y entrañable, que ahora he buscado y no lo encuentro.
 
Entonces te envié  un video con el Claro de Luna de Debussy que tanto te gustó, aunque tú preferías el de Beethoven  yo elegí éste con ese lobo que recordaba a tus aullidos desde tu otro blog de Lobeznox. El mío  estuvo  durante mucho tiempo en el lateral de tu Hoja, hasta que la remozaste y desapareció porque decías que relentizaba mucho el blog.
 
No quiero, no quiero...,pero  todo llega en esta vida cuando tiene que llegar, Dios sabe que una amistad/hermandad como la nuestra fue un valioso regalo que a los dos nos ayudó mucho, superando  piques y enfados, que también los hubo. Reconozco que en los comienzos algo espiritual pude aportarte, pero después Capitán tú tomaste las riendas y fuiste cabalgando en una carrera en la que ya nadie te pudo alcanzar. Sin embargo, nunca nos dejaste atrás, al que vacilaba, al que no acertaba, al  que el cansancio abatía, sabías recogerle, impulsarle y animarle a seguir en la brecha, en el camino derecho hacia lo que Él quería de cada uno.
 
Ya lo dejo, Capitán, mi Dios te llevó a su lado y tengo la certeza de que nada mejor te pudo pasar, porque supiste ser  feliz en la tierra, con tu cruz sí, cada vez más costosa, sí,  pero también con esa querida familia a la que tanto amas y te ama... y con todos esos amigos, cientos..., para los que siempre tuviste una palabra de ánimo e impulso hacia Dios, mereciste el premio de la Felicidad  Eterna.
 
Este post de hoy viene a ser una de esas rabietas que a veces me asaltan, pero también es el post de mi aceptación, no porque no me quede otro remedio, sino porque...
 
¿Qué otra cosa puedo  desear y amar que
la voluntad de Dios?